En
este mismo instante, un descerebrado estrangula a su mujer porque
descubre que no le pertenece, un automóvil invade el carril
contrario y se lleva una o dos vidas por delante, la naturaleza se
enfurece y sepulta una aldea con todos sus habitantes en un lugar
remoto. Que podamos ilusionarnos o sonreír ante la sencilla belleza
de cualquier cosa no es indiferencia, sino un acto de rebeldía
frente a la arbitrariedad del dolor.