Que
un tipo que dice que las mujeres deben ganar menos porque son más
pequeñas, más frágiles y menos inteligentes pueda sentarse en el
parlamento europeo sin que se produzca un terremoto a escala
universal no sólo es deprimente, sino un síntoma de que el avance
de la humanidad, más allá de la proliferación de juguetitos
electrónicos c0n que nos tienen a todos entretenidos, es cuando
menos dudoso. Indigna, asquea, desmoraliza. Ese homínido debería,
como poco, quedarse mudo para el resto de sus días y no poder
acercarse jamás a menos de quinientos metros de una sola mujer. Ni
la suya, si la tiene, merece ese castigo. Puede que sea fuerte
–aunque
habría que ver si soportaba las múltiples tareas que millones de
mujeres realizan cada día para descerebrados como él–,
pero su inteligencia es más que primitiva, carece de ella, no ha
llegado a desarrollarse. Desmoraliza, sobre todo, porque nos lleva a
meditar acerca de cuántos otros, en los gobiernos, en las empresas,
en las universidades, en las casas (¡qué horror!), piensan –y
actúan, eso es lo que produce pánico–
exactamente como él. Lo menos que uno querría es salirse de la
fila, cambiar de sexo, pertenecer a otra especie. Casi no haber
nacido.
viernes, 31 de marzo de 2017
jueves, 30 de marzo de 2017
miércoles, 29 de marzo de 2017
martes, 28 de marzo de 2017
lunes, 27 de marzo de 2017
sábado, 25 de marzo de 2017
jueves, 23 de marzo de 2017
En
el metro, un niño de tres años con una insólita expresión de
tristeza en la mirada. Como si hubiera nacido sabiendo lo
que le espera. Sostiene en las manos un camión de hojalata, lo
manipula con una seriedad sobrecogedora. Cuando abandona el vagón,
aferrado a la mano de su padre, la angustia horada como un punzón
los ojos de los que mirábamos aquel abismo. Nos perturba, sobre
todo, comprender
que el chiquillo la lleva puesta con naturalidad, como una prenda de
ropa.
miércoles, 22 de marzo de 2017
martes, 21 de marzo de 2017
lunes, 20 de marzo de 2017
domingo, 19 de marzo de 2017
sábado, 18 de marzo de 2017
viernes, 17 de marzo de 2017
miércoles, 15 de marzo de 2017
La
llegada masiva de inmigrantes viene a hacer añicos la buena
conciencia de los ciudadanos de este primer mundo que considera su
bienestar y su privilegio como derechos adquiridos. Absortos en el
cultivo de las buenas formas, acostumbrados a exigir a los demás
certificado de buena conducta y concederles, magnánimos, el pedigrí
de civilizados al que tantas veces no tenemos derecho, habíamos
llegado a creer que vivíamos en el mejor de los mundos, que éramos
tolerantes, cultos, refinados y justos. Mejores. Casi perfectos. Pero
ya están aquí. Miles, cientos de miles. Y aflora por todas partes
el veneno que dormía dentro de nosotros, la prepotencia, el
desprecio a lo distinto y el miedo irracional. Queremos que
construyan nuestras casas, atiendan a nuestros ancianos, eduquen a
nuestros niños, recojan nuestra basura, y exigimos que lo hagan sin
levantar la voz y por salarios menguados que no aceptaríamos ni como
limosna. Sigue habiendo dos
mundos. Por desgracia, me temo, irreconciliables. Los que lo tienen
todo y los que llaman, desesperados, a la puerta. Como pidiendo
perdón.
martes, 14 de marzo de 2017
lunes, 13 de marzo de 2017
domingo, 12 de marzo de 2017
sábado, 11 de marzo de 2017
jueves, 9 de marzo de 2017
En
este mismo instante, un descerebrado estrangula a su mujer porque
descubre que no le pertenece, un automóvil invade el carril
contrario y se lleva una o dos vidas por delante, la naturaleza se
enfurece y sepulta una aldea con todos sus habitantes en un lugar
remoto. Que podamos ilusionarnos o sonreír ante la sencilla belleza
de cualquier cosa no es indiferencia, sino un acto de rebeldía
frente a la arbitrariedad del dolor.
miércoles, 8 de marzo de 2017
sábado, 4 de marzo de 2017
jueves, 2 de marzo de 2017
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