El
secreto de la mirada de los niños es la intensidad. El objetivo de
la “educación”, apagar ese fulgor.
domingo, 31 de enero de 2016
sábado, 30 de enero de 2016
Los
seres humanos, en sus actos, sus silencios, sus errores, sus
empecinamientos y sus deserciones, se mueven por impulsos, responden
a motivaciones íntimas que ni ellos mismos conocen bien. Cada uno es
producto de azares que nadie está capacitado para juzgar. Las almas
conviven, a veces durante toda la vida, sin llegar a abrirse nunca
del todo. Se rozan, se penetran, se desarman, se consuelan, se
interponen, se deslumbran, a veces hacen varias de esas cosas al
unísono, pero siempre queda una zona en la oscuridad, un último
reducto impenetrable. Tenemos miedo de mostrar la nuestra y tampoco
nos atrevemos, llegados a cierto punto, a indagar en la ajena. Es
imposible traspasar esa frontera sin que algo se derrumbe. Y sin
embargo sospecho que vale la pena hacerlo. Por lo menos una vez en la
vida.
viernes, 29 de enero de 2016
miércoles, 27 de enero de 2016
martes, 26 de enero de 2016
domingo, 24 de enero de 2016
sábado, 23 de enero de 2016
viernes, 22 de enero de 2016
miércoles, 20 de enero de 2016
Frío,
exterior, noche. Hay un gato tullido entre las víctimas del
patio, una loseta salpicada de sangre, una toalla azul junto a la
verja, un cromo boca abajo a la orilla de un charco, una mano casi
muerta en el yeso arañado de la zapatería, una envoltura de tabaco
abandonada junto al cuerpo de dos adolescentes que parecen dormidos
desde siempre. Hay un río que avanza hacia la destrucción. Pero
amanece.
martes, 19 de enero de 2016
lunes, 18 de enero de 2016
domingo, 17 de enero de 2016
sábado, 16 de enero de 2016
viernes, 15 de enero de 2016
jueves, 14 de enero de 2016
Esa
prisa de algunos por llegar antes les hace perderse la belleza de
algunas paradas, les impide sentarse en un tronco caído a escuchar
lo que dicen las voces que más importan: el viento que se detiene un
momento a columpiarse en las ramas del naranjo, el mar que se
sorprende de pronto de su propio silencio, la mujer que canturrea su
canción de cuna a la hora de la siesta abstraída del mundo, los
pasos inestables del anciano que cada día cumple el mismo camino
sin remordimiento.
miércoles, 13 de enero de 2016
martes, 12 de enero de 2016
lunes, 11 de enero de 2016
sábado, 9 de enero de 2016
jueves, 7 de enero de 2016
miércoles, 6 de enero de 2016
martes, 5 de enero de 2016
lunes, 4 de enero de 2016
domingo, 3 de enero de 2016
¿Qué
otra cosa hace el hombre, en cualquier ámbito, que rondar siempre
por los mismos lugares: su infancia, su casa, sus recuerdos? ¿Qué
hace la noche más que buscar el día con tenacidad prehistórica?
Los ríos, las plantas, los caminos, las miradas, las manos, ¿no se
empeñan en seguir el cauce que los lleve a la desembocadura, la ruta
que los conduzca a la culminación, el hilván que cierre el círculo?
viernes, 1 de enero de 2016
Ida
y vuelta.
Hace ya muchos años que entraba a oscuras en el cuarto (no en vano
había sido también el mío durante nuestra vida en común) y me
acercaba a la cama sin hacer el menor ruido, con el sigilo de los
gatos. Acurrucado bajo las sábanas, la abrazaba durante toda la
noche, inmóvil contra su cuerpo tibio para no despertarla. Aunque
ella no recordaba nada a la mañana siguiente, sé que la hacía
feliz. Lo sé por la claridad de su sonrisa en la penumbra y por los murmullos que
emitía. Casi ronroneaba. Hasta aquella noche aciaga en que me
despojé, con la ropa, de la realidad. El exceso de confianza acarrea estos peligros: me quedé profundamente
dormido y comprendí, al despertar, que el viudo era yo. Y la mujer
el sueño.
(A mi hermano Charlie, naturalmente)
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