jueves, 13 de febrero de 2025

LA destrucción está ocurriendo siempre. A veces, de una manera palpable, cuando la tierra tiembla o se desata, incontenible, la fuerza devastadora de los huracanes. Hora tras hora, en la frialdad de los quirófanos, detrás de las puertas de millones de casas, en los pasadizos de las ciudades, en el corazón de los desesperados. Cada día, también, como si naciera de la nada, se deja oír el balbuceo milagroso de la esperanza, la luz de la alegría que representa, a lo largo de la historia, la escena conmovedora de los niños que juegan en medio de la guerra, como exploradores que buscan la verdadera vida en la entraña más recóndita de los escombros.