jueves, 18 de enero de 2018

Desde que comenzó el flujo imparable de la inmigración sólo parece preocuparnos cómo encauzarlo para que no ponga en peligro nuestra estabilidad. El nombre y los sueños de los que mueren cada día en el intento no nos interesan. Y sin embargo cada uno de esos seres deja tras él una vida que podía ser la de cualquiera de nosotros.