Cómo
rebelarse contra un sistema educativo que tiene como objetivo
declarado que el hombre –¡el niño, el muchacho que todavía
podría salvarse!– se adapte a las necesidades productivas de la
sociedad. Aunque algunos siempre hayamos creído que debe ser al
revés. Esfuérzate por ser un engranaje y consume, consume sin
pensarlo mucho, no te vayas a quedar atrás. Ese es el mensaje. En
nuestro tiempo, para más inri, casi ha desaparecido del todo la
venerable figura de aquel familiar o aquel paisano loco que
transmitía su sabiduría y su independencia como sin dejarse notar,
con su mera actitud. Hoy todo el mundo mira, escucha, se ilustra en
la televisión, con los patéticos resultados que saltan a la vista.
¿O ni siquiera eso?