Cada
lugar por el que pasamos, aunque lo hagamos por enésima vez, nos
está mostrando algo que no habíamos percibido antes. Aunque sólo
sea la forma de verlo. Si fuéramos capaces de mantener la atención
que de niños le prestábamos a todo, el mundo seguiría
ensanchándose, la vida sería el juego
que nunca debimos dejar de jugar.