domingo, 5 de enero de 2025

Los niños juegan sin conciencia clara de lo que hacen. Como sopla el viento, como cantan los ruiseñores. Sólo se detienen cuando se caen del patinete, cuando se les escapa una canica por la alcantarilla, cuando se atasca la cometa entre las ramas de un roble. Se asustan o se enrabietan un momento, y luego siguen a lo suyo sin necesidad de hacer preguntas. Porque los niños no preguntan, miran y absorben lo que miran con sus ojos de agua.