viernes, 10 de mayo de 2019

Como los gatos, que no pueden evitar asomarse al abismo (es verdad que con extremada cautela), podemos sentir una atracción irresistible hacia algo o alguien que nuestra sensibilidad rechaza sin paliativos. Se trata de una contradicción que no hay manera de explicar, sólo cabe constatar la inquietud que nos provoca descubrir que somos también otro a quien no podemos entender.