miércoles, 17 de abril de 2019

La acacia de la casa de enfrente está cuajada de flores que bailan con suavidad al son que les marca el viento. Este año ya se han acostumbrado a verme sonreír en la ventana. Siempre está ahí cuando me asomo, por necesidad o por descuido, como una de esas compañía fieles que tal vez no agradecemos como debiéramos.