Eres libre cuando no tienes que defender que eres libre.
Cuadernos de Ulpiano Ros
miércoles, 24 de diciembre de 2025
domingo, 21 de diciembre de 2025
sábado, 20 de diciembre de 2025
viernes, 19 de diciembre de 2025
He vuelto a mirar la intimidad del mundo desde el mismo lugar que lo miré de niño, cuando nada sabía del dolor y de la muerte, como si en un imperceptible parpadeo ―lo que viene a ser una vida, más o menos― se cerrara una puerta sin estruendo. Un círculo perfecto. Algunas cosas han cambiado, hay más asfalto en los caminos y algo así como agujeros en el tiempo, se ha desmoronado la casa que todo lo sostenía sin aparente esfuerzo, no se oye el crujido de los pasos en las escaleras que llevaban al refugio secreto, pero el aire es el mismo ―la luz naciente en la ladera del otro lado de la ría, la humedad eterna de las sábanas, la pertinacia a ratos de la lluvia― y se escuchan muy nítidas las voces que guiaban aquellos primeros pasos todavía indecisos de cada uno de nosotros. Está, sobre todo, el mar y su música perenne, como un sueño. Voy y vengo por su orilla con la misma alegría que me emocionaba hace mucho y no puede haber, cómo va a haberla, duda alguna: sus miradas están en todo lo que miro.
jueves, 18 de diciembre de 2025
martes, 16 de diciembre de 2025
lunes, 15 de diciembre de 2025
domingo, 14 de diciembre de 2025
sábado, 13 de diciembre de 2025
viernes, 12 de diciembre de 2025
jueves, 11 de diciembre de 2025
domingo, 7 de diciembre de 2025
viernes, 5 de diciembre de 2025
jueves, 4 de diciembre de 2025
domingo, 30 de noviembre de 2025
miércoles, 26 de noviembre de 2025
martes, 25 de noviembre de 2025
lunes, 24 de noviembre de 2025
domingo, 23 de noviembre de 2025
sábado, 22 de noviembre de 2025
viernes, 21 de noviembre de 2025
miércoles, 19 de noviembre de 2025
martes, 18 de noviembre de 2025
lunes, 17 de noviembre de 2025
domingo, 16 de noviembre de 2025
sábado, 15 de noviembre de 2025
jueves, 13 de noviembre de 2025
miércoles, 12 de noviembre de 2025
martes, 11 de noviembre de 2025
Qué culpa tiene la noche de que nadie se arrime a contemplarla en paz. Le da siempre morada a los desahuciados, a los tristes, a los autores del crimen, a los que se han perdido en la oscuridad del bosque, a los que ya no se acuerdan, a los que ignoran, a los que están en las nubes con los pies en el suelo, a las víctimas del pánico, a los que miran sin ver, a los que lloran sin consuelo, a los que callan, a los que van y vienen, a los que nunca pierden la inocencia, a los que apenas salen de la sombra, a los que nunca se hundieron en el abismo del deseo, a los que huyen, a los que todavía esperan. Al lobo solitario, al peregrino y al culpable. Te cuida a ti también aunque no duermas. Nadie está solo nunca en medio de la noche. Antes o después nos desorienta –y nos acoge– a todos.