VUELVE si quieres a hacer el camino por el que un día te perdiste, pero no te hagas daño.
Cuadernos de Ulpiano Ros
miércoles, 2 de abril de 2025
martes, 1 de abril de 2025
lunes, 31 de marzo de 2025
domingo, 30 de marzo de 2025
sábado, 29 de marzo de 2025
jueves, 27 de marzo de 2025
domingo, 23 de marzo de 2025
sábado, 22 de marzo de 2025
miércoles, 19 de marzo de 2025
martes, 18 de marzo de 2025
domingo, 16 de marzo de 2025
QUÉ será de este lápiz, Igor Barreto, con el que escribo después de leer tu poema sobre el lápiz. Yo también tengo un ramillete de lápices al alcance de la mano, los veo menguar con lentitud, como los días que ahora pasan, en apariencia, sin dejar rastro. Y me alegra la tarde estar de acuerdo: podría decirnos tanto cada uno de ellos. Se van haciendo más pequeños, alguno se pierde por ahí, bajo las patas del sofá o condenado al ostracismo en el fondo de una bolsa de viaje, pero nada los dobla. Puede uno quebrarlos en un arranque de ira, pero no agachan la cabeza, su orgullo permanece intacto. Acuden luego al mordisco del sacapuntas, divididos, y cambian tal vez de domicilio: del bote negro de los nuevos a la cajita de latón de los que casi han completado su camino, donde meditan si todavía tienen algo que contar. Tienes razón: su vida puede compararse con la vida de un hombre.
sábado, 15 de marzo de 2025
lunes, 10 de marzo de 2025
domingo, 2 de marzo de 2025
viernes, 28 de febrero de 2025
jueves, 27 de febrero de 2025
miércoles, 26 de febrero de 2025
lunes, 24 de febrero de 2025
domingo, 23 de febrero de 2025
viernes, 21 de febrero de 2025
jueves, 20 de febrero de 2025
miércoles, 19 de febrero de 2025
martes, 18 de febrero de 2025
lunes, 17 de febrero de 2025
domingo, 16 de febrero de 2025
sábado, 15 de febrero de 2025
jueves, 13 de febrero de 2025
LA destrucción está ocurriendo siempre. A veces, de una manera palpable, cuando la tierra tiembla o se desata, incontenible, la fuerza devastadora de los huracanes. Hora tras hora, en la frialdad de los quirófanos, detrás de las puertas de millones de casas, en los pasadizos de las ciudades, en el corazón de los desesperados. Cada día, también, como si naciera de la nada, se deja oír el balbuceo milagroso de la esperanza, la luz de la alegría que representa, a lo largo de la historia, la escena conmovedora de los niños que juegan en medio de la guerra, como exploradores que buscan la verdadera vida en la entraña más recóndita de los escombros.