viernes, 21 de febrero de 2020

Me llegan palabras de tiempos remotos, como si el aire las trajera en volandas. Primero me sorprenden y luego me concentro en escucharlas con atención. Traen bien visibles las heridas del tiempo adheridas a la piel. Las acojo como si fueran de la familia cuando descubro el hilo que me une a ellas. Nunca se pierde lo que se pierde.