Me
llegan palabras de tiempos remotos, como si el aire las trajera en
volandas. Primero me sorprenden y luego me concentro en escucharlas
con atención. Traen bien visibles las heridas del tiempo adheridas a
la piel. Las acojo como si fueran de la familia cuando descubro el
hilo que me une a ellas. Nunca se pierde lo que se pierde.