¿Nos
damos cuenta de que sólo conseguimos escapar cuando nuestro
puesto es ocupado por otros? ¿Somos conscientes de que nuestro
zapato se apoya en los hombros de uno que se parece mucho al que
fuimos? Ese hombre sobre el que descargamos el peso es, en sentido
estricto, nuestro descendiente. El que está debajo. El que viene
después.