viernes, 7 de abril de 2017

La mayoría, algo exhibicionista, llora a la vista de todos. Unos pocos lo hacen en la penumbra de su corazón. Quizá porque entienden que el dolor es algo íntimo, una emoción que hay que expresar en voz baja, una herida que hay que susurrar al oído de una persona capaz de compartirlo. Si es que tienen la suerte de encontrar ese tesoro.