Has
cambiado de vida sin haberlo proyectado. Más de una vez. Como un río
manso que se desborda sin estruendo. Quizá tu corazón necesita
tiempo para acostumbrarse a una serenidad que no exige otro esfuerzo
que dejarse llevar. La difícil humildad de una
aceptación sin preguntas, sin dudas, sin temores. La generosidad
casi milagrosa de la confianza.