domingo, 10 de abril de 2016

La experiencia enseña que no conviene hacer juicios apresurados. Las cosas no son lo que parecen. Lo más importante, muchas veces, es lo que no se ve, lo que se dice a nadie, lo que la propia conciencia va desvelándose a sí misma con asombro. Con la seguridad de que llegaremos al final sin alcanzar a decirlo todo.