miércoles, 20 de enero de 2016

Frío, exterior, noche. Hay un gato tullido entre las víctimas del patio, una loseta salpicada de sangre, una toalla azul junto a la verja, un cromo boca abajo a la orilla de un charco, una mano casi muerta en el yeso arañado de la zapatería, una envoltura de tabaco abandonada junto al cuerpo de dos adolescentes que parecen dormidos desde siempre. Hay un río que avanza hacia la destrucción. Pero amanece.