De
esos hombres de mirada granítica que se disputan el poder como
alimañas, inmunes al sufrimiento que contribuyen a crear, sólo me
importa el cansancio que les asoma al rostro cuando están solos, el
desconcierto que les nubla la mirada cuando la vida los expulsa del
club. Sólo entonces se humanizan. Sólo entonces podrían aspirar a
la compasión de sus víctimas.