lunes, 9 de noviembre de 2015

Nada tiene en mi memoria la fuerza evocadora que desata esta puerta de la vieja casa familiar que hoy tengo fotografiada en mi mesa de trabajo. La humedad, los hierbajos y la carcoma intentan desfigurarla, pero yo sigo creyendo que justo detrás de ella perduran y se ahondan las raíces (es verdad que invisibles bajo el abandono) de la felicidad.