miércoles, 14 de octubre de 2015

Desayuno. Algunas noches me levanto a escuchar el paso cauteloso con que llegan a casa −tienen llave− y me consuelan. Qué sería de mí si no acudieran, como han hecho siempre, cargadas de paciencia, las palabras. Me las tomo a sorbitos con el zumo y me pongo a vivir, ya más tranquilo, hasta otra noche oscura de amenazas.