miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cada hombre que resulta atrapado durante más de seis meses en un trabajo por el que siente repulsión se convierte en un enfermo crónico. La única vacuna efectiva contra el poder destructivo de ese virus es el ejercicio de una ironía lúcida. El peor tratamiento, aunque a ratos consuele, la autocompasión.