Otra
vez un fulgor en el espejo como venido de ninguna parte. Le sostengo
la mirada y recibo en silencio su sonrisa. No es fácil deshacer esta
presencia que juega al escondite con mis cosas como si fuera la dueña
de la casa. Qué pronto llegas hoy, vieja costumbre, parte de mí que
el mundo desconoce, alma errante que no encuentra cobijo.