lunes, 22 de junio de 2015

Cuida tus ambiciones, pueden llegar a envenenarte. La acumulación de riqueza, el poder sobre los otros, la persecución del éxito a cualquier precio, acaban teniendo consecuencias: la corrupción, la esclavitud y, en el mejor de los casos, la soledad. La mala soledad. Porque hay una soledad beneficiosa, la que persigue la sabiduría, la que forcejea en lo más íntimo de nosotros por entender el mundo, ese misterioso bucle entre el afán creativo y el atávico anhelo de destrucción en que consiste la historia de la humanidad.