Han
pasado los años con la soberbia ligereza de las nubes. Algo ebrio,
aquel hombre se agita frente a la turbia amenaza del acantilado.
Pronuncia su discurso contra las olas mudas. Arrastra los pies como
una sombra hasta el garito del puerto donde bebió el alcohol de su
palabra. Pero no encuentra el rostro de la mujer del sueño.