En
el juego de la inteligencia, los argumentos son celadas, movimientos
de distracción, añagazas que sólo pretenden obligar al otro a
salir de su castillo. Cuando por fin lo tenemos a campo abierto,
seguros de que está inerme, todo resulta más sencillo, sólo se
trata ya de acuchillarlo. Hoy en día, hasta pagan por eso.